Pellucidar 02 - Pellucidar by Edgar Burroughs

Pellucidar 02 - Pellucidar by Edgar Burroughs

autor:Edgar Burroughs
La lengua: spa
Format: mobi
Tags: Ciencia Ficción
editor: Intersea
publicado: 2012-09-17T13:18:25+00:00


IX

Aparecen los asesinos de Hooja

Me había construido un pequeño refugio de piedras y maleza en el que podía tenderme a dormir a cubierto de la perpetua luz y calor del sol de mediodía. Cuando estaba cansado o hambriento me retiraba a mi modesta choza.

Mis captores nunca pusieron la más mínima objeción. En realidad eran muy buenos conmigo, y mientras estuve entre ellos nunca vi nada que indicase otra cosa que gentes sencillas y amables. Su imponente tamaño, su terrorífica fuerza, sus poderosos colmillos y su monstruosa apariencia no eran sino atributos necesarios para afrontar el éxito en su constante lucha por la supervivencia, y sabían utilizarlos bien cuando surgía la necesidad. La única carne que comían era la de los animales herbívoros y la de las aves. Cuando salían a cazar al poderoso thag, el prehistórico bos de la corteza exterior, un solo macho con su flexible cuerda cazaba y mataba al más grande de los toros.

Bien, como iba diciendo, tenía este pequeño refugio en el extremo de mi melonar. Allí me encontraba en cierta ocasión descansando de mis tareas, cuando oí un gran griterío en la aldea, que estaría situada a unos doscientos metros de distancia aproximadamente. De repente llegó un macho corriendo a los campos, gritando excitadamente. Mientras se aproximaba salí de mi refugio para averiguar qué era toda aquella conmoción, ya que la monotonía de mi existencia en el melonar había avivado aquel rasgo de curiosidad que siempre ha sido mi secreta vanidad, y del que estoy particularmente orgulloso.

Los demás trabajadores también corrieron al encuentro del mensajero, que tan pronto como soltó su información, se dio la vuelta y corrió precipitadamente en dirección a la aldea. Cuando estos hombres bestia corren, a menudo lo hacen sobre sus cuatro patas. De esta forma saltan por encima de los obstáculos que retrasarían a un ser humano, y en el llano alcanzan una velocidad que avergonzaría a un purasangre. La conclusión de todo esto es que antes de que hubiera podido asimilar el mensaje que habían traído a los campos, estaba solo, viendo a mis excompañeros de trabajo corriendo a toda velocidad hacia la aldea.

¡Estaba solo! Era la primera vez desde mi captura que no tenía a la vista a ningún hombre bestia. ¡Estaba solo! Todos mis captores estaban en la aldea, en el extremo opuesto de la meseta, repeliendo un ataque de la horda de Hooja.

Por el relato del mensajero, al parecer dos de los grandes machos de Grgrgr habían sido atacados por media docena de los asesinos de Hooja mientras los primeros regresaban pacíficamente de la caza del thag. Los dos habían regresado a la aldea sin un rasguño, mientras que sólo uno de los hombres de Hooja había conseguido escapar para comunicar a su líder el resultado de la batalla. Ahora Hooja se aproximaba para castigar al pueblo de Grgrgr. Con su gran ejército, armado con los arcos y las flechas que gracias a mí Hooja había aprendido a fabricar, con sus largas lanzas y sus afilados cuchillos, temí que incluso la enorme fuerza de los hombres bestia apenas les sirviese para algo.



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